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LA IZQUIERDA PROGRESISTA

ROSA DIAZ

ROSA DIAZ

 

Durante mucho tiempo he creído que era posible defender mi posición, --que no es otra que aquella con la que el Partido Socialista Obrero español se presentó a las últimas elecciones generales y la que se recoge el programa electoral y de gobierno--, desde dentro de las filas del Partido Socialista y desde mi escaño de Parlamentaria Europea. Hace ya tiempo que comprendí que en lo orgánico no había nada que hacer. Pero seguí creyendo que mantener un discurso político público podía facilitar un debate que provocara una reorientación de la política del Partido Socialista, en temas de tanta importancia como la política antiterrorista o el modelo de Estado. Nunca me han importado las dificultades, ni en estos tres últimos años ni en los anteriores. Pero he llegado a la conclusión de que tampoco por ahí hay nada que hacer. Si el discurso político no contribuye a condicionar las políticas, deja de ser práctico. Y cuando se llega a esa conclusión, quien quiera seguir comprometida con las ideas y que su trabajo sirva para algo, ha de dar un paso adelante. Eso es lo que yo hago hoy.
Así que me voy para ser más libre y para ser más eficaz desde la perspectiva de los ciudadanos. Sobre todo para ser más eficaz; yo seguiría soportando los problemas, las tensiones y la falta de libertad si creyera que eso iba a contribuir a que se produjera un debate racional. De la misma manera que sigo haciendo política y viviendo en Euskadi a pesar de las dificultades: porque creo que lo práctico, lo que más nos va a ayudar a ganar, es quedarnos aquí. Al menos mientras podamos.

Rosa Diaz

 

Volverán a aparecer los locos y los oportunistas, pero, nosotros ya no somos aquellos idealistas ingenuos que comenzamos. Hemos conocido el valor del poder y el poder de la lealtad que está por encima de las ideologías.

Volviendo a Lorca y recordando una de las canciones populares antiguas que musicó; una de sus estrofas acaba diciendo así: ¡Anda, jaleo, jaleo! Ya se acabó el alboroto y vamos al tiroteo.

Antonio F. Ordóñez

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