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LA IZQUIERDA PROGRESISTA

“Yo fui a la escuela cuando la República –decía ella– y en las clases coexistían sin problema catalán y castellano”

La culpa es de Franco

15 octubre 2007, Ivan Tubau

Lo dijo el director de esta feria de Frankfurt, donde estamos como torracollons –moscas cojone-ras en castellano– el diputado Robles y yo mismo, un poeta y periodista que como él ha dicho escribe en catalán, castellano e incluso francés. No soy militante de ningún partido. Estoy aquí por Antonio.
La culpa es de Franco.
Lo dijo en su día Marta Mata, madre de los maestrillos progres de Rosa Sensat: “Yo fui a la escuela cuando la República –decía ella– y en las clases coexistían sin problema catalán y castellano”
Pero Franco montó una guerra civil y después vino el franquismo: todo tuvo que ser en español, la lengua del Imperio. Cuando el franquismo fue liquidado porque el dictador murió, y tras el paréntesis sensato y provisional de Tarradellas, todos los gobiernos democráticamente elegidos de Cataluña (Pujol, Maragall, Montilla) decidieron vengarse de Franco haciendo respecto a la lengua lo mismo que él pero al revés: todo en catalán.
Carod Rovira, tras afirmar que la catalana es la literatura sin Estado más importante del mundo, dijo que escribir en español o castellano en Cataluña era como hacerlo en turco en Alemania. Una sandez evidente. Alemania es un Estado federal con una sola lengua oficial: el alemán. Cataluña es una especie de land que forma parte del Estado español, como les gusta decir a los nacionalistas catalanes para no decir España. Cataluña, sin España, no existe. Como me dijo (con acento catalán) un revisor de tren francés a la altura de Perpignan: “Si vous parlez catalan, alors vous êtes espagnol. Y’a que les espagnols qui parlent catalan.” Cataluña tiene dos lenguas oficiales: castellano (o español) y catalán. En el Estatut vigente lograron colar que la lengua propia de Cataluña es el catalán. Pero los territorios no tienen lengua (el concepto de lengua territorial es nacional-socialista). Solo las personas tienen lengua. Y la lengua propia de como mínimo el 65% de los catalanes es el español. Y lo es más entre los jóvenes que entre los viejos, y más entre los recién llegados que entre los asentados. No obstante ello, la única lengua vehicular de la enseñanza es el catalán, y se la ha proclamado lengua institucional. O sea: la lengua considerada “normal” por el gobierno no es la de la mayoría de la población, sino la minoritaria. Esto, como resulta obvio, es impropio en una democracia, que significa gobierno de la mayoría.
Cataluña es pues el primer totalitarismo del mundo impuesto sin desmontar el sistema parlamentario, que encima funciona dentro de un régimen de monarquía democrática, otro oxímoron o contrase nítido.
Consecuencia de tales absurdos: literatura catalana será solo la escrita en catalán, y por eso es la única que figura oficialmente aquí en Frankfurt, pese a ser Barcelona el primer (o segundo, según) centro mundial de la edición en castellano.
Los escritores catalanes en castellano, siendo el español la lengua mayoritaria de Cataluña y la más viva y creativa literariamente, son considerados por el gobierno como una anomalía deseablemente a extinguir. Lo cierto sin embargo es lo contrario. El sueño de una Cataluña exclusivamente en lengua catalana, eso sí que se extingue por momentos: gracias a los inmigrantes, en siete u ocho años Cataluña ha pasado de seis millones de habitantes a siete y medio. El castellano es la lengua propia, materna, familiar o habitual del 80% de esos catalanes.
Es esas condiciones, una literatura, una vida catalana solo en catalán es la entelequia de un dinosaurio panza arriba que patalea. No puede ponerse de pie pero intenta morir matando. Son movimientos sin éxito (Vázquez Montalbán). Una pasión inútil, sin esperanza. Pero, mientras, hacen daño. Muchos artistas de la palabra (otra cosa son los que pintan o tocan el piano) se estan cansando de estar en el armario, como los gays cuando el franquismo los reprimía. Si la puerta no se abre pronto, saldrán reventando el armario. ¿No sería mejor evitarlo? Bastaría abrir. Así de fácil y todos tan felices.

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